Nuevas logias levantarán columnas en Ourense y Lugo, mientras una obediencia surgida en A Coruña se extiende por América y Portugal.
Paso solemne al avanzar entre las columnas que delimitan el templo. Desde el Oriente, en lo alto, todo lo observa el ojo del Gran Arquitecto del Universo, enmarcado en su triángulo delta. Manuel Souto, venerable maestro de la logia Renacimiento 54 (A Coruña), nos recibe de mandil y guantes blancos. La masonería mantiene ritos y símbolos del siglo XVIII porque su fin no ha variado: «Es una vía de perfeccionamiento -explica Souto-, el hábito de tallar cada día la piedra bruta para ir convirtiéndola en cúbica», todo un símbolo vital.
El masón quiere pulirse como persona, y eso marida bien con «la filantropía», con la necesidad de ser «bueno con los demás». En Galicia, justo cuando se acaban de cumplir doscientos años de la fundación de la primera logia (la coruñesa Constitucional de la Reunión Española), siguen este camino un centenar de masones agrupados en media decena de hermandades que se adentran a su vez en un laberinto de obediencias y ritos. Pero siempre con un lema común, «Libertad, igualdad y fraternidad». Cuatro de esas hermandades pertenecen a la Gran Logia de España: Renacimiento, en A Coruña; Atlántica, en Vigo, y Curros Enríquez y Saint Jacques, en Compostela.
Articulo completo: La voz de Galicia - Sociedad
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