Biografía
Andrew Michael Ramsay nació en 1686 en Ayr, Escocia, y murió en Saint-Germain-en-Laye, Francia, en 1743.
Preceptor de grandes familias: Wemyss, Sassenage, Estuardo (Roma, 1724), Château-Thierry, Bouillon. Fue nombrado Caballero de S. Lázaro por el duque de Orleáns, regente de Francia y Gran Maestre de esa Orden, en 1723.
Como escritor fue autor, entre otras obras, de The Philosophical principles of natural and revealed religion unfolded in geometrical order, 1748.
Gran Orador de la Orden en Francia, su Discurso, del que parce que existen dos versiones, es un testimonio muy conocido -famoso- sobre el pensamiento esotérico presente en los "altos grados" del "Escocismo", discurso al que se ha llegado a atribuir el origen de éstos, y no sólo el ser expresión de una corriente ya existente.
El primero parece haber sido pronunciado en la logia parisina Saint Thomas Nº 1, la primera logia fundada en Francia, en 1725, por nobles ingleses, dos de los cuales serían, después del duque de Wharton, los primeros Grandes Maestres de la Masonería en dicho país. El segundo habría sido pronunciado ante una asamblea general de la Orden Francesa en 1736.
El motivo por el cual parece existir dos versiones se debería a que se hizo necesario pasar la censura previa que en Francia tenían los masones en aquella época; pero eso sería tema para otra entrada.
Según ciertos historiadores, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado nació poco después de manos de este hombre de origen escocés. Debemos tener en mente que en esa época existía una guerra abierta entre Inglaterra y Francia que era más religiosa que política. Algunos escoceses escapaban del anglicanismo hacia la zona católica francesa y llevaron con ellos el rito practicado en su Escocia natal dando origen al REAA que hoy en día conocemos. Esta teoría, sin embargo, es una de las muchas que se han tejido sobre el verdadero origen del rito y si lo he puesto aquí es porque se basa en la figura de nuestro personaje.
Os dejo ya con su discurso que a pesar de los casi 300 años de antigüedad, sigue a tener plena actualidad en sus ideas y fines perseguidos.
Discurso de Ramsay ( de 1736)
Señores,
El
noble entusiasmo que ustedes demuestran para ingresar en la antigua y muy
ilustre Orden de los francmasones es una prueba evidente de que ya poseen todas
las cualidades necesarias para convertirse en sus miembros. Estas cualidades
son la filantropía, el secreto inviolable y el gusto por las bellas artes.
Licurgo,
Solón, Numa y todos los demás legisladores políticos no lograron que sus
instituciones llegaran a ser duraderas: por muy sabias que hayan sido sus
leyes, no han podido extenderse a todos los países y perdurar a través de los
siglos. Puesto que se fundamentaban en las victorias y las conquistas, en la violencia
militar y en el dominio de un pueblo sobre otro, no han podido llegar a ser
universales ni adaptarse al gusto, al genio y a los intereses de todas las
naciones. No se basaban en la filantropía: el falso amor por una parcela de
hombres, quienes habitan una pequeña región del universo que se llama patria,
destruía en todas estas repúblicas guerreras el amor por la humanidad en
general.
Los
hombres, fundamentalmente, no se diferencian por las lenguas que hablan, las
ropas que visten o los rincones de este hormiguero que habitan. El mundo entero
no es más que una gran república, en la cual cada nación es una familia y cada
individuo un niño.
Señores,
nuestra sociedad se estableció para hacer revivir y propagar las antiguas
máximas tomadas de la naturaleza del ser humano. Queremos reunir a todos los
hombres de gusto sublime y de humor agradable mediante el amor por las bellas
artes, donde la ambición se vuelve una virtud y el sentimiento de benevolencia
por la cofradía es el mismo que se tiene por todo el género humano, donde todas
las naciones pueden obtener conocimientos sólidos y donde los súbditos de todos
los reinos pueden cooperar sin celos, vivir sin discordia, y amarse mutuamente.
Sin
renunciar a sus principios, desterramos de nuestras leyes todas las disputas
que pueden alterar la tranquilidad del espíritu, la delicadeza de las
costumbres, los sentimientos afectuosos, la alegría legítima, y aquella armonía
absoluta que sólo se encuentra en la eliminación de todos los excesos indebidos
y de todas las pasiones discordantes.
Asimismo
tenemos nuestros misterios: son signos que representan nuestra ciencia,
jeroglíficos muy antiguos y palabras que se tomaron de nuestro arte; todos
ellos componen un lenguaje algunas veces mudo y otras muy elocuente para comunicarse
a grandes distancias, y para reconocer a nuestros hermanos sin importar su
lengua o país.
En
un primer momento, a los que ingresan nada más se les da a conocer el sentido
literal. Es sólo a los adeptos que se les revela el sentido sublime y simbólico
de nuestros misterios. Es así como los orientales, los egipcios, los griegos y
los sabios de todas las naciones ocultaban sus dogmas por medio de figuras,
símbolos y jeroglíficos.
A
menudo, el sentido literal de nuestras leyes, de nuestros ritos y de nuestros
secretos sólo ofrece a la razón un sinnúmero de palabras ininteligibles; sin
embargo, los iniciados encuentran en ellos un manjar exquisito que alimenta,
que eleva, y que le recuerda al espíritu las verdades más sublimes. Ha sucedido
con nosotros lo que casi nunca ha sucedido con otra sociedad.
Nuestras
logias se han instaurado hace mucho tiempo y se difunden hoy por todas las
naciones civilizadas del mundo; sin embargo, entre tan numerosa multitud de
hombres ningún hermano jamás ha traicionado nuestro secreto. Desde el momento
en que comienzan a formar parte de nuestra cofradía, las personas más frívolas,
las más indiscretas y las menos instruidas aprenden a guardar para sí mismas
esta gran ciencia: entonces, parecen transformarse y convertirse en hombres
nuevos, impenetrables y penetrantes al mismo tiempo. Si alguien rompiera los
juramentos que nos unen, no tenemos ninguna ley penal excepto el remordimiento
de conciencia y la exclusión de nuestra sociedad, según las siguientes palabras
de Horacio: Est et fideli tuta silentio Merces: vetabo, qui Cereris sacrum
Vulgarit arcanae, sub isdem Sit trabibus, fragilemve mecum Solvat phaselum.
Horacio,
antiguamente, fue orador de una gran logia establecida en Roma por Augusto,
mientras Mecenas y Agripa eran sus vigilantes. Las mejores odas de este poeta
son himnos que compuso para que se cantaran en nuestras orgías. Sí, señores,
las famosas fiestas de Ceres en Eleusis, de las cuales habla Horacio, así como
las de Minerva en Atenas y las de Isis en Egipto no eran otra cosa que logias
de nuestros iniciados, donde se celebraban nuestros misterios con las comidas y
las libaciones pero sin los excesos, los desenfrenos y sin la intemperancia en
que cayeron los paganos, después de haber abandonado la sabiduría de nuestros
principios y la pureza de nuestras máximas. El gusto por las artes liberales es
la tercera cualidad que se requiere para entrar en nuestra Orden, la perfección
de este gusto es la esencia, el fin y el objeto de nuestra unión.
De
todas las ciencias matemáticas, la de la Arquitectura, ya sea civil, naval o
militar es, sin duda, la más útil y la más antigua. Es a través de ella que nos
defendemos contra las injurias del aire, contra la inestabilidad de las olas y
sobre todo contra el furor de otros hombres. Es por medio de nuestro arte que
los mortales han encontrado el secreto de construir casas y urbes con el
propósito de reunir las grandes sociedades; el secreto de recorrer los océanos
para llevar de uno a otro hemisferio las riquezas de la tierra y de los mares y
en fin el secreto de construir murallas y máquinas contra un enemigo más
terrible que los elementos y los animales, quiero decir contra el hombre mismo
que no es más que una bestia feroz, a menos que su naturaleza sea templada con
la dulzura, la paz y la filantropía de las máximas que reinan en nuestra
sociedad.
Tales
son, señores, las cualidades que se requieren en nuestra Orden de la cual
revelaremos ahora, en pocas palabras, el origen y la historia. Nuestra ciencia
es tan antigua como el género humano, pero no se debe confundir la historia
general del arte con la historia particular de nuestra sociedad. Han existido
en todos los países y en todos los siglos arquitectos, pero todos estos
arquitectos no eran francmasones iniciados en nuestros misterios.
Cada
familia, cada república y cada imperio cuyo origen se pierde en la noche de los
tiempos tiene su fábula y su verdad, su leyenda y su historia, su ficción y su
realidad. La diferencia que hay entre nuestras tradiciones y aquellas de todas
las demás sociedades humanas es que las nuestras están fundadas en los anales
del pueblo más antiguo del universo, el único que hoy conserva el mismo nombre
que tenía antiguamente, que no se confunde con las otras naciones aunque esté
disperso por todas partes y en fin, el único que ha conservado sus libros
antiguos, al contrario de casi todos los demás pueblos en los que éstos se han
perdido.
Por
lo tanto, he aquí lo que he podido recopilar sobre nuestro origen en los
antiquísimos archivos de nuestra Orden, en las actas del Parlamento de
Inglaterra que hablan frecuentemente de nuestros privilegios, y en la
jurisdicción actual de un país que ha sido el centro de nuestra ciencia arcana
desde el siglo décimo.
Señores,
dígnense prestar más atención; hermanos vigilantes protejan la logia, aparten
de este lugar la vulgaridad profana. Procul oh procul este profani, odi
profanum vulgus et arceo, favete linguis.
El
gusto supremo por el orden, la simetría y la proyección sólo pueden ser
inspirados por el Gran Geómetra, arquitecto del Universo, cuyas ideas eternas
son los modelos de la belleza verdadera. Además, vemos en los anales sagrados
del legislador de los judíos que Dios mismo fue el que enseñó al restaurador
del género humano las proporciones de la construcción flotante que tenía como
función preservar durante el diluvio los animales de todas las especies para
que repoblaran nuestro globo, cuando saliera del seno de las aguas. Por
consiguiente, Noé debe ser considerado como el autor y el inventor de la arquitectura
naval así como el primer gran maestro de nuestra Orden.
La
ciencia arcana fue trasmitida por medio de una tradición oral desde Noé hasta
Abraham y los patriarcas, el último de los cuales llevó nuestro arte sublime a
Egipto. Fue José quien dió a los egipcios la primera idea para la construcción
de los laberintos, de las pirámides y de los obeliscos que se han admirado en
todas las épocas. Es por esta tradición patriarcal que nuestras leyes y
nuestras máximas se difundieron en Asia, Egipto, Grecia y entre todos los
Gentiles; sin embargo, rápidamente nuestros misterios fueron alterados,
degradados, deformados y mezclados con supersticiones y la ciencia secreta sólo
se conservó pura entre el pueblo de Dios. Moisés, inspirado por el Altísimo,
hizo construir en el desierto un templo móvil de acuerdo con el modelo que se
le había revelado en una visión celeste en la cumbre de la montaña sagrada,
prueba evidente de que las leyes de nuestro arte se observan en el mundo
invisible donde todo es armonía, orden y proporción.
Este
tabernáculo ambulante, copia del palacio invisible del Altísimo, que es el
mundo superior, se convirtió después en modelo del famoso templo de Salomón el
más sabio de los reyes y de los mortales. Este edificio soberbio sostenido por
mil quinientas columnas de mármol de Paros, con más de dos mil ventanas, con
capacidad para cuatrocientas mil personas, fue construido en siete años por más
de tres mil príncipes o maestros masones que tenían por jefe a Hiram-Abif gran
maestro de la logia de Tiro, a quién Salomón confió todos nuestros misterios.
Fue el primer mártir de nuestra Orden… su fidelidad se debe conservar… su
ilustre sacrificio.
Después
de su muerte, el rey Salomón escribió en jeroglíficos nuestro estatuto,
nuestras máximas y nuestros misterios, y este libro antiguo es el código
original de nuestra Orden. Después de la destrucción del primer templo y el
cautiverio de la nación escogida, el ungido del Señor, el gran Ciro que se
había iniciado en todos nuestros misterios designó a Zorobabel como gran
maestro de la logia de Jerusalén, y le ordenó poner los cimientos del segundo
templo donde fue depositado el misterioso Libro de Salomón.
Durante
doce siglos este Libro se conservó en el templo de los israelitas, pero después
de la destrucción del segundo templo y la dispersión de este pueblo durante el
imperio de Tito, el antiguo libro se extravió hasta el tiempo de las cruzadas,
cuando se encontró parte de él después de la toma de Jerusalén. Se descifró
este código sagrado y sin penetrar en el espíritu sublime de todos los
jeroglíficos que se encontraron, se resucitó nuestra antigua Orden de la cual
Noé, Abraham, los patriarcas, Moisés, Salomón y Ciro habían sido los primeros
grandes maestros. He ahí, señores, nuestras antiguas tradiciones.
He
aquí ahora nuestra verdadera historia. Desde los tiempos de las guerras santas
en Palestina, varios príncipes, señores y artistas se unieron, hicieron voto de
restablecer los templos de los cristianos en Tierra santa, se comprometieron
por medio de un juramento a emplear su ciencia y sus bienes para devolver la
arquitectura a su primitiva constitución, rescataron todos los antiguos signos
y las palabras misteriosas de Salomón, para distinguirse de los infieles y
reconocerse mutuamente... (y decidieron) unirse íntimamente con....
Desde
entonces y después, nuestras logias llevaron el nombre de logias de San Juan en
todos los países. Esta unión se hizo a imitación de los israelitas cuando
construyeron el segundo templo. Mientras unos usaban la paleta y el compás, los
otros los defendían con la espada y el escudo. Después de los grandes reveses
de las guerras sagradas, la decadencia de las armadas cristianas, y el triunfo
de Bendocdor Sultán de Egipto durante la octava y última cruzada, el hijo de
Enrique III de Inglaterra, el gran príncipe Eduardo, viendo que ya no había
seguridad para sus hermanos masones en Tierra santa quiso que todos lo
acompañaran cuando las tropas cristianas se retiraron y esta colonia de adeptos
se estableció así en Inglaterra.
Puesto
que este príncipe estaba dotado de todas las cualidades del espíritu y del
corazón que forman a los héroes, amó las bellas artes y sobre todo nuestra gran
ciencia. Estando en el trono, se declaró gran maestro de la Orden, le otorgó
varios privilegios y franquicias, y desde entonces los miembros de nuestra
cofradía tomaron el nombre de francmasones. Desde esta época Gran Bretaña se
convirtió en la sede de la ciencia arcana, en la conservadora de nuestros
dogmas y en la depositaria de todos nuestros secretos.
Desde
las islas británicas la antigua ciencia comienza a pasar a Francia. La nación
más espiritual de Europa se convertirá en el centro de la Orden y derramará en
nuestros estatutos las gracias, la delicadeza y el buen gusto, cualidades
esenciales en una Orden cuya base es la sabiduría, la fuerza y la belleza del
genio. Es en nuestras logias que en lo sucesivo los franceses verán, sin
viajar, como en una pintura sintetizada, las características de todas las
naciones y es aquí donde los extranjeros aprenderán por experiencia que Francia
es la verdadera patria de todos los pueblos.
Gracias! por toda esta información. Es asombroso, y esperanzador, saber cuántas personas trabajan en las sombras por el bienestar de la Humanidad.
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